Mi nombre es Muerto138. Soy tatuador, pero ante todo, soy parte de una cadena de oficio, tradición y símbolo que ha atravesado cuerpos y culturas durante siglos. El tatuaje, para mí, no es una técnica ni un estilo: es una forma de vida, una forma de entender el tiempo, el dolor, el cuerpo y la memoria.
Nací en Chile, donde comencé a tatuar hace más de dos décadas. Desde entonces, he viajado incansablemente por gran parte de Sudamérica y Estados Unidos. No como turista ni como espectador, sino como aprendiz y como testigo. Cada ciudad, cada estudio, cada intercambio con otros tatuadores y clientes ha sido una etapa en un proceso constante de aprendizaje, afinación y entrega. En esos recorridos, he conocido escuelas, visiones, formas de abordar el tatuaje que alimentaron mi ética de trabajo y mi estética personal. Pero sobre todo, he conocido el pulso humano detrás del oficio.
Mi práctica se basa en el tatuaje tradicional, pero no como una simple emulación de sus formas gráficas, sino como una exploración profunda de su espíritu. El tradicional no es un estilo que se elige por gusto: es una forma de comprometerse con un legado. Trabajo con símbolos antiguos, con figuras que han resistido el paso del tiempo porque dicen algo esencial. Pero no los copio: los estudio, los interpreto, los adapto desde el respeto, con la intención de mantenerlos vivos y significativos.
Cada flash que dibujo parte de una historia. Muchos son adaptaciones de obras de leyendas del tatuaje a quienes admiro profundamente. Al reinterpretar sus motivos, no busco apropiación, sino continuidad. Mi objetivo es actuar como un canal más dentro de esa gran máquina cultural que es el tatuaje: un mecanismo en el que cada engranaje —cada artista, cada trazo, cada cuerpo tatuado— contribuye a mantener viva una práctica ancestral.
No hago concesiones. No trabajo para las modas. Creo en el tatuaje como acto simbólico, como marca que no solo adorna, sino que transforma. Cada sesión es un momento de confianza, de intensidad, de cambio. Por eso cuido cada etapa del proceso: desde el diseño hasta el último vendaje. Respeto el cuerpo como soporte de algo más grande. Porque cuando alguien decide tatuarse, lo que hace es escribir sobre sí mismo una historia que no se borra.
Actualmente con base en Elche, España, continúo desarrollando mi obra personal, mi archivo de flashes y mi visión del oficio. Mi trabajo tiene influencias de múltiples fuentes, pero mantiene siempre un hilo común: la fidelidad a una ética de autenticidad, profundidad y continuidad. Colaboro con personas que valoran el tatuaje como lenguaje, como compromiso, como ritual.

Esto es lo que hago. Esto es lo que soy
Muerto138 y Aldo . Elche , España 2005
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